miércoles, 7 de julio de 2010

Ni de un lado ni del otro.

A veces me pongo a reflexionar, y me pregunto: ¿Qué es lo que me motiva a levantarme todos los días y salir a la vida? Y descubro que la respuesta es nada. Nada hay en este mundo que me empuje para seguir adelante, nada ni nadie que me ayude a seguir. Y sin embargo sigo acá, viva, o eso es lo que me hago creer... No entiendo por qué. Lo pienso un poco más y descubro que sí lo entiendo. Qué si lo sé. De la misma manera que no hay nada que me motiva a vivir, no hay nada, tampoco, que me motive a morir. Quizás, sólo quizás, la realidad no es que no halla nada que me motive sino que hay demasiadas cosas que lo hacen. Tengo demasiados motivos para vivir, asi como también muchos para morir. Entonces, me tambaleo en la fina cuerda en la cima del precipio. Vivo en una calma constante donde no existe la paz. Existo por costumbre, por facilidad, por mediocriedad, por cobardía. No vivo, existo sólo por el hecho de haber nacido. Ya estoy adentro, y lo más facil es quedarme así, aunque eso siginifica pasar por la vida sin gloria ni pena, dando una vuelta sin destino fijo. Esta soy yo, esta es mi realidad. No tengo pasiones ni motivaciones. Sólo respiro, y para estar vivo no alcanza con respirar.