miércoles, 28 de diciembre de 2011

Intransigencia.

Imagínate que eres feliz, le gritó desde la ventana.
Ella lo miró, un tanto desconcertada, preguntándose en silencio si no era ella la que había hablado. Pero cerró los ojos con fuerza, los abrió cuidadosamente y la imagen seguía siendo la misma, tan nítida y perfecta que por unos segundos se sintió parte de otra realidad.
Imagínate que eres feliz, le susurró desde el balcón.
Asustada, hundió su rostro en la almohada de plumas que había heredado de su abuela materna. Ahora tenía miedo.
Imagínate que eres feliz, le dijo lentamente al oído.
Y así, de repente y como si hubiera caído presa de un hermoso hechizo se durmió plácidamente, envuelta en una suave luz de plata. Y soñó como nunca antes había soñado. Voló lejos, muy lejos. Alto, incluso más alto que el sol. Y desde allí vio todo. Se vio a si misma en su cuarto, durmiendo serenamente. Un ser frágil, angelical, perfecto. Y siguió subiendo, atrapada en una corriente de aire invernal. Alcanzó a ver todo lo que fue y aquello que debió haber sido. Lo que deseaba, lo que aborrecía e incluso lo que ocultaba. Y contempló a las personas que sonriendo o llorando, la invitaban a seguir ascendiendo. Y en ese instante, las ideas se hicieron figuras. Extrañas siluetas que surgían de la tierra, danzaban misteriosamente entre los pastizales y se esfumaban, desapareciendo nuevamente frente a sus ojos. Y sintió como las palabras se transformaban en dulces melodías, indescriptibles y asombrosas armonías. Y luego algo se detuvo. Era ella o el tiempo -ya no podían distinguirse-. Y cuando en el silencio no hubo eco y las tenebrosas sombras se hicieron luz, ella llegó hasta lo más profundo de su ser. Y ya no necesitó un espejo para ver su reflejo. Ya no necesitó palabras, ideas, conceptos ni sentimientos. Se encontró a si misma, y entendió por fin que lo que llevaba encima era sólo un traje exigido por su propia fragilidad. Comprendió que poseía otro elemento. Que siempre había existido algo más. Y se imaginó feliz.

Pero luego el sol volvió a salir, y el mundo comenzó a preparar los engranajes para el eterno resucitar. Ella despertó y esperó. Esperó y siguió esperando. Esperó que la cruel vocecita la devuelva a la materialidad.
Pero la vocecita no habló, no gritó, no susurró, ni siquiera lloró.
Y ella fue feliz.

martes, 27 de diciembre de 2011

Ultimátum.

Una ligera melodía entra por mis oídos, se aloja en mi mente, y suavemente, desde adentro y como si fuera la verdad de las verdades, me susurra "no estás sola".
Especie de verdad absoluta, como quisiera tenerte. O al menos imaginarte. O mejor aún... creerte (creerme).
Creer en mí más que en ese cruel reflejo. (Que no puede aceptar su imperfección).
Uno, dos, tres, cuatro, treinta y dos.
Si así sos feliz. No pretendo que te quedes conmigo.


viernes, 23 de diciembre de 2011

Historias de un invierno caluroso.

Él y ella estaban sentados en el umbral.
Él y ella miraban la gente pasar.
Él y ella se acariciaban, sintiéndose cada vez más cerca.
Él y ella se miraban de reojo y sonreían disimuladamente.
Él y ella sentían que todo iba como lo habían planeado.
Él le dijo te amo.
Ella salió corriendo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Des-ir

La peor de nuestras pesadillas se mezcla con nuestro mejor sueño, nuestro más preciado anhelo.
Los más dolorosos fantasmas del pasado reviven en un presente que se parece mucho a un ayer atrapado en la telaraña de los olvidos premeditados.
Y aquí seguimos tratando de aliviar la angustia que nos carcome y nos desarma, ahogándonos con nuestros propios gritos, esos que se quedan mudos cuando no podemos mentirnos más.
Los mismos gritos que un tiempo atrás pedían desesperadamente que alguien los escuche.
Pero nadie nunca los escuchó.
Y esos gritos, -y con ellos toda nuestra fé y convicción-, ya no pudieron distinguirse del ruido de la ciudad y desaparecieron, dejando sólo los ecos del dolor, los rasguños de la pasión, la tristeza del desamor.
Mejor callémonos, no gritemos más, no desperdiciemos la poca energía que nos invita a seguir adelante.
Hagamos como si no necesitáramos decirnos nada, como si no existieran dentro nuestro todos aquellos absurdos monstruos que aparecen cuando pasamos demasiado tiempo frente al espejo.
Engañémonos como hasta ahora, como siempre, como nunca.
Porque nunca existió algo más que eso.







Algo más para luchar.
Algo más por qué vivir.
Algo más para mentir.



domingo, 27 de noviembre de 2011

Bien estar

Creo que me estoy volviendo todo eso que nunca quise ser.
Tengo la leve sensación de que hay algo dentro mío que grita desesperadamente exigiendo salir.
Y sin embargo, siempre encuentro la manera de salirme con la mía.
O al menos, de aparentarlo.
Me quedo callada, como si en el silencio pudiera esconderme, como si las palabras fueran esquirlas que nacen en lo profundo de mi ser, explotan y me desarman, me quiebran, me dejan a merced de lo que puede llegar a pasar (Qué ingenuidad pensar que los silencios no hablan)
Y la música que escucho ya no significa nada; consecuencia un poco triste de un alma que se cansó de luchar. Aquello que parecía lejano hoy está tan cerca... demasiado cerca. Tanto que ya no puedo distinguir lo que soy de lo que deseo. Ya no me puedo despegar, separar, no puedo levantar una pared indestructible, que se mantenga en pie aún ante los temibles fantasmas que acechan detrás del muro de los recuerdos olvidados.
Es más fácil no ser, lo admito, cuando uno es, inevitablemente sólo es para los otros. Para que los demás te digan lo que no sos o no debés ser. Sería mejor, o al menos más fácil que la gente no tenga tantas expectativas ante lo que el otro hace o deja de hacer. Pero cuando llega la noche, y la oscuridad es tan aplastante y al fin y al cabo lo único que se distingue, es reconfortante pensar en la idea de que alguna vez todas esas miradas llenas de esperanza y fe, lo miren a uno y digan sin hablar: "está bien, vos estás bien" Pero luego sale el sol y la aparente tranquilidad no buscada se esfuma, como cuando las estrellas se esconden del sol por miedo a que las encandile.
Tener que expresar en palabras aquello que no se quiere pensar por miedo a la verdad, es la más cruel de las torturas impuestas por el mismo cuerpo que no se puede librar de sí mismo. Y que un ser querido no se pueda ver reflejado en el brillo de los ojos ajenos, porque están tan vacíos que han perdido la noción del placer, debe ser el más triste de los desengaños.
Los besos, las caricias y la pasión desenfrenada de dos cuerpos que se atraen compulsivamente, no pueden ahogar la nostalgia del alma de uno de ellos -o de ambos- que añora aquel estadío donde la mediocridad era sinónimo de bienestar. Era estar bien pero al revés.

(Había que mirarse al espejo para darse cuenta)

miércoles, 5 de octubre de 2011

Un alma estropeada, escurrida, carente de sentimientos.
Un cuerpo dormido, que flota en las aguas de la indiferencia.
La belleza escondida en cada acto realizado (o que se está por realizar)
El mundo y su insoportable hipocresía universal.
Una palabra, un gesto, un movimiento
que se pierde entre recuerdos menos importantes
o cae en el olvido eterno.
Un amigo, transformándose en un fantasma,
en un espectro que ni los mejores espejos pueden reflejar.
Las hojas de los árboles, ya secas, cayendo como lluvia
esfumándose como el tiempo,
marchitándose como una flor,
al igual que la vida no vivida por un hombre a punto de renacer.
¡Qué extraña sensación! La de sentirse no-parte de un mundo conocido,
no-protagonista de una historia sabida de memoria,
no-dueño de un cuerpo a punto de estallar.
Y que arrogancia la del ser humano,
la del hombre,
la mía,
que piensa que la realidad es tan insignificante como para pertenecerle.




lunes, 14 de marzo de 2011

No.

No hables si no vas a decir nada 
No digas nada si no pensás hablar.
No te quedes callado, si tu corazón grita con cada latido.
No te llenes la boca con palabras sin significado.No pierdas de vista el significado de lo que decís. Y si no lo sabés, mejor quedate callado.
No armes frases para que suenen lindas, decime la verdad.
No te hagas el poeta cuando lo que decís no tiene nada que ver con lo que sentís. Los poetas no tienen miedo de decir lo que sienten.
No te escondas atrás de tus pensamientos, deja que tus pensamientos vayan detrás tuyo.
No gastes saliva en promesas que no vas a cumplir.
No emitas opinión si no te vas a hacer responsable de lo que decís
No hables tanto y hacé más. Demostrame que sos mas que tristes palabras.
Pero por favor, no hagas las cosas sin ganas. Y si no tenés ganas, decimelo.
Total... tres palabras más, tres palabras menos.

jueves, 3 de marzo de 2011

No vuelvas más, te lo pedí mil veces. En realidad, nunca te lo dije. Pero te lo escribí hasta el agotamiento.
¡No te vayas!, te grité una y otra vez. Y sin embargo te fuiste... tres veces.
Y ahora, que no te escribo, ni te hablo, ni te grito - y menos te suplico- aparecés de nuevo.
Otra vez.
Para hundirme en tu miseria.
Para degradarme hasta el cansancio.
Para humillarme de la peor manera, dejando mis sentimientos sueltos por ahí.
Para dejarme indefensa, frágil, ridícula (hacer de mi lo que quieras) y así alimentar tu ego.
Para matarme de a poco, y desde adentro.
Para romper un par de promesas más (que se unen a tu colección).
Para vivir en un mundo paralelo, una realidad aparte, en la que yo existo pero no soy parte.
Para decirme las cosas que ya sé; esas cosas que vos también sabés pero no querés enfrentar.
Para amarme a tu manera (mi manera de hacerlo no debe importar).
Para (en un tiempo) abandonarme, y asi no perder la costumbre.


Para hacerme feliz.