domingo, 31 de enero de 2016

Porque todavía tenemos que pedir por favor, perdón y gracias 
como si todavía y demasiado firme
nuestra existencia dependiera pura y exclusivamente de un otro
con o 
bien varón, macho, fuerte, guerrero y atroz.

Porque muchas (demasiadas) de nuestras vidas
han sido marcadas por fuego, con o, 
fuego que desgarra, quema, tortura y mutila.
Fuego de varones
juego de muchos 
como siempre 
como todo.

Porque, aún,
nuestras lágrimas brotan de la injusticia, de la angustia
de la soledad y de la desolación. 
De una humillación que nos impusieron
sólo por ser lo que no debíamos ser. 

Porque te das cuenta que somos bastantes
muchas... demasiadas
las olvidadas, negadas, invisibilizadas
atormentadas y arrojadas
al mar de lo escrito
con sangre de mujeres
de las de hoy 
de las que vinieron antes
y de las que vendrán después. 

Porque, aún y pese a todo, 
la vida (nos) guarda rincones
llenos de charlas, abrazos, luchas, sueños y utopías
de las que llevamos otro mundo en nuestros corazones
y elegimos compartirnos,(re)encontrarnos y permitirnos
sentir-nos
desear-nos
hacer-nos
cada día más libres.