domingo, 26 de septiembre de 2010

Mi mejor amiga.

La que me acompaña siempre. En todo momento, en todo lugar, cada minuto que pasa, cada hora que marcan las agujas del reloj.
La que tiene las palabras exactas para hacerme sonreír, para hacerme llorar, o ambas al mismo tiempo.
A la única que quiero tener cerca cuando quiero estar sola.
La que, aunque no lo pida, siempre está presente. Porque aunque no lo exprese en palabras (a veces porque no quiero, a veces porque no puedo), es lo que necesito. Es lo que me hace falta. La que - aunque sea de manera efímera- llena el vacío que las circunstancias de la vida dejan en mí.
La que me transporta a un mundo paralelo, una realidad aparte, una especie de paraíso terrenal que sólo puedo conocer a través de sus palabras.
La que me empuja a vivir todos los días con un poco más de... ¿alegría?. La que le da sentido a mi existencia.
La que me acompaña en los momentos más difíciles, más complicados (y en los mejores también).
La que, cuando parece que el mundo se viene abajo y no hay nada que me salve, está para recordarme que hay algo porque seguir luchando.
La que está allí.
La que dice las cosas que yo no puedo o que no me atrevo a decir, la que puede describir lo que pienso, lo que siento, lo que imagino, incluso más que yo misma. Porque actúa como un espejo, donde me reflejo tal como soy, incluso con aquello que con mucho esfuerzo trato de ocultar.
Porque en ella encuentro la paz que el mundo exterior no me sabe dar. La paz que en el afuera no logro conseguir.
Porque ella puede expresar en frases coherentes lo que en mi cabeza es un laberinto, un sopa de letras imposible de resolver.
Porque ella dice las cosas que yo, por miedo, por mediocridad, por cobardía no me atrevo ni siquiera a pensar.
Porque en ella descubrí, con el tiempo, que puedo encontrar la salida a mi agobio existencial. Porque ella es capaz de penetrar en lo más profundo de mi alma, y encontrar el más profundo secreto, el más oscuro pensamiento o hasta el más humillante sentimiento. Y así quedo indefensa, frágil, libre.
Al fin, libre.


Mi mejor amiga; la música.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El movimiento, ocupación de sitios distintos en instantes distintos, es inconcebible sin tiempo; asimismo lo es la inmovilidad, ocupación de un mismo lugar en distintos puntos de tiempo. ¿Cómo pude no sentir que la eternidad, anhelada con amor por tantos poetas, es un artificio espléndido que nos libra, siquiera de manera fugaz, de la intolerable opresión de lo sucesivo?

Jorge Luis Borges.