domingo, 23 de diciembre de 2012

Qhispikay

Por ella se desvelan 
hasta las almas más oscuras e inalterables.
Por ella hablan hasta lo más miedosos
los incomprendidos
los locos
los que siempre estuvieron ahí.
Por ella se silencian 
a los que luchan, 
y se obliga a olvidar a los que lucharon. 
Es el fuego que quema y arde
y enloquece a quienes no 
la pueden tener.
Es el tormento de quienes pretenden dibujar sonrisas
atar cadenas, cerrar puertas
y destrozar los sueños 
de quienes nunca se conformaron ni se conformarán. 
Es el grito de lucha de quienes no compraron
historias nefastas
guerras que no fueron
y una paz que nunca existió.
Es la utopía de quienes sin bajar los brazos,
sin vender promesas que después no van a cumplir
y sin traicionar ideales
saben de un mundo nuevo
capaz de vencer las banalidades de nuestra mente,
escupir sobre el individualismo,
llorar por los que no están 
y luchar por la memoria de lo que todavía no fue.
Es la sangre de quienes aun no callan,
gritan
y sueltan verdades
como armas sin filo
como bombas a punto de explotar.
Es la voz de las mujeres
que no aceptan mandatos ni órdenes
que no visten adornos ni reflejos
del circo de cuerpos expuestos
para el clamor de los que se regocijan
con la opresión ajena.
Es el motor eterno de los pueblos,
de los que han sido y de los que serán,
de los que reivindican a los que no se ven;
los que no salen en la televisión
ni en las radios, ni en los diarios
ni en la agenda de ningún funcionario.
Es la memoria de aquellos que sabiendo un pasado mejor
no aceptan mentiras ocultas o verdades a medias.
Es el dolor de quienes han visto destrozar sus tierras
aniquilar a sus familias
desaparecer a sus pueblos.
Es el arma que llevan 
los que no se bancan la hipocresía
el ultraje, el horror.
De los que aún se conmueven con las injusticias
y sonríen cuando hay que sonreír. 
Es el poder de los que todavía creen
porque creer es más fuerte y hace más estragos
que cualquier acto cometido con frialdad. 
Es la mejor mentira de quienes opinan
que el mundo no debe ser cambiado,
esos que se quedan ciegos y sordos
cuando algo anda mal.
Es el deseo de vivir de todos aquellos que hoy
aún cansados
derrotados
y perdidos 
nos van enseñando
día a día
minuto a minuto
que la verdadera victoria
es la libertad. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Memorias de un pasado mejor

Dijiste vamos
y yo fui detrás
sin dudar. 

Dijiste quedate 
y yo callé
y me quedé
en lo más profundo de tu ser.

Y ahora que no decís nada
que ya no me mirás
y que tus besos saben a nada
siento que este ya no es mi lugar 
(hace rato que no lo es)

Y sin embargo sigo acá
esperando

Soñando que estoy en un sueño

en una pesadilla, tal vez

Y que tu boca va a volver a ser mía
y que tus manos van a volver a acariciarme
con ardor
con pasión

como antes. 

lunes, 29 de octubre de 2012

Mirame, mirame, mirame. 

Mirame y decime que todo va a estar bien. 


Por favor, creé.

domingo, 28 de octubre de 2012

Que los únicos ojos que te juzguen y tengan el derecho a mirarte y decir... sean sólo los tuyos. Y que tu mirada no se empape nunca de la cruel fantasía de cuerpos perfectos y rostros angelicales. Que no te vendan algo que no es y que tu boca grite con fuerza cada vez que te quieran persuadir, tanto que pueda ahogar, sepultar y desterrar los fantasmas que te mantienen en el mundo de las cosas sin importancia. Que el único espejo donde te quieras reflejar sea en de tus propios actos, y que lo único que desees ver sea tu alma hermosa tratando de ser algo más que un absurdo y extraño cuerpo que no se cansa de luchar.

jueves, 11 de octubre de 2012

Extraño corazón el que habita en mí.
A veces se vuelve chiquito como un granito de arena, sobre todo cuando escucha algo que no le gusta. Otras, se agranda tanto como el sol al escuchar apenas el eco lejano de la voz de un ser querido. De vez en cuando se asusta y se esconde entre los huesos de mis costillas, tanto que casi no lo puedo oír. Algunos días se despierta emocionado y late con tanta fuerza que pienso que se va a escapar. Pero en general, descansa tranquilo al costado de mi pecho, esperando alguna noticia que lo haga despertar. Sueña más de lo que vive, porque si algo no le falta es esperanza. Algunas noches se entristece y llora en silencio; pero cuando se duerme cae en un mar de hermosos recuerdos, de incontables alegrías y preciosos anhelos. Y nada por esas profundidades, esperando que el ocaso le muestre nuevamente la orilla. (Porque si algo aprendió este corazón frágil, es a seguir adelante). 

jueves, 6 de septiembre de 2012

¿Alguien me oirá?

Parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde aquel día en el que decidí no sufrir más. Tengo algo especial con las frases hechas (y cuando digo especial no quiero decir simpatía), y cuando me dijeron que de los errores se aprende yo me lo creí. Bastante mediocre de mi parte imaginarme más allá de eso que soy, esto que todos somos hoy en día. Ojalá supiera qué somos. No quienes. Qué. A veces dudo de esos que dicen que somos seres humanos, hombres, personas, animales. Esas palabras fueron inventadas por nosotros mismo para describir y encerrar aquello que nos perturbaba, que nos acorralaba en la incertidumbre. Las palabras fueron hechas para eso; para quitarle la sombra, lo oscuro, lo mágico a las cosas. Y así nos quedamos vacíos, callados, ansiosos por descubrir que es eso que nos falta.¡Pero otra vez! No hay palabras que puedan definir lo que uno siente cuando el mundo que lo rodea se deshace a pedazos. Y si las hubiera, tampoco servirían de mucho: las palabras no alcanzan para definir la desolación que nos acecha. Esa desolación que hoy a mi me está matando.
Llueve. Eso podría ser agradable sino fuera porque las gotas que caen allí fuera exacerban esa sensación de falta de libertad que me recorre el cuerpo. Estoy presa de mi casa, de mis padres, de mi familia, de mis amigos, de mi misma. Estoy atada al amor que siento, a los miedos que me rodean y a las caricias que me desarman. No soy libre de decir lo que pienso ni de pensar lo que pienso. No estoy en condiciones de ser quien soy (si es que puedo ser alguien).  Me paso el día imaginando otra vida, otro mundo que no es éste, otro cuerpo que no es el mío. Los minutos no están hechos de segundos sino de lágrimas que no se animaron a salir y se quedaron atascadas en las profundidades de este no ser. Por suerte, algún vestigio de esa luz transformadora me permite evaporar las lágrimas y volverlas realidad. Una realidad tangible, exacta, perfecta. Esencialmente mía. Pero la verdad de las realidades no se mide en esos términos y me tengo que conformar con mirar a través de ese caleidoscopio que hace tiempo dejó de girar.
Quizás esté exagerando un poco, puede ser. Tal vez esta manía de mirar todo al revés sea una forma de evitarme, de pensarme, de sentirme bien. ¿Tendré miedo a ser feliz? Creo que ya me lo he preguntado varias veces (debe ser un poco desgastante volver sobre lo mismo) Pero es que no encuentro solución... y eso me impide seguir adelante. Es que nunca aprendí a volar tan alto. 

viernes, 17 de agosto de 2012

Algo me impide escribir y deshacerme en letras.
O tal vez la cosa es que no tengo nada para decir.
Pero yo siento que sí, algo adentro mío está pidiendo salir...

(Quizá en un nuevo amanecer)

martes, 24 de julio de 2012

Duda. Duda de lo que piensa, dice o hace.
Hace. Hace lo que siente, lo que cree, lo que desea.
Desea lo que no tiene.
Tiene lo que nunca quiso.
Quiso y la lastimaron.
La lastimaron y siguió.
Siguió y creyó en la Vida.
La Vida se volvió un circo y ella comenzó a actuar.
Actuar como si fuera un personaje más.
Más, más, más.

Más de lo mismo.  

martes, 12 de junio de 2012

Más allá de todas las voces sin habla, de todas las caras
                                                                             asustadas,
de todas las miradas sin brillo.

Más allá
de todo lo que nos rodea
de todo lo que nos esquiva
de lo que nunca vamos a decir.


Y un poco más lejos, aún, tu alma.
                                         Mi insignia. 
                                                    Mi escudo de fe.




              Cuando la luz se acabe;
            ¿Habrá algo más?

¿Quién vendrá por mí esta vez?



No voy a creer no, 
-No quiero creer no-
Que es esta vida la que me toca perder.




Quizás luche hasta el final,
      tal vez puede liberarme, 
                                        al fin

Y entienda
que en realidad
yo quería seguir.
Mi camino de ida
                 es tu camino de vuelta;
                                  el ciclo que nos une
                                                    que se vuelve a repetir.


Más allá, estás vos.

viernes, 25 de mayo de 2012

Prefiero vivir con algunas dudas, 
antes que morir con ciertas certezas. 

martes, 8 de mayo de 2012

Que mis palabras nunca serán suficientes
y que todo lo que nos rodea es mejor que lo que yo te puedo dar.
(Te susurraría una y otra vez todo lo que querés escuchar). 








Pero parece que, otra vez, los restos de mi alma congelada se vuelven a perder. 




domingo, 1 de abril de 2012

Yo ya sé cual es el problema - me dijo de la nada. Pensé que iba a empezar con unos de sus monólogos sobre el capitalismo y el hambre en el mundo. De todas formas dejé que siguiera, mentalizándome para no escucharla. Pero no, me había equivocado. Esta vez no iba a hablar de algo lejano ni abstracto, no iba a contar una historia sin tiempo, lugar ni nombre. Iba a hablar en primera persona y dejarse ser unos escasos minutos. Yo te amo- me dijo -mucho-. Para esa altura ya debería haberme resultado normal escuchar esas palabras, pero la lógica no seguía mis pasos y mi corazón saltaba de mi pecho con cada letra pronunciada. El problema es que no sé si amo bien-. ¿Amar bien? ¿Desde cuándo amar es bueno o malo? Está bien, puede hacer bien o hacer mal amar a alguien, pero ¿amar bien? ¿Desde cuándo? Este amor no me hace bien- Apa. No es lo mismo. No le hace bien. Amarme no le hace bien. ¿Desde cuándo? ¿Por qué me lo dice ahora? Para que amar te haga bien primero te tenés que amar a vos misma- le digo con una voz que no me pertenece. Se ríe. Está feliz. -No, no es a eso lo que me refiero-. ¿Y entoncés que querés decir?- No sé. Vuelve a reír. ¿Setá feliz? No me prestes atención, creo que debería buscarme algo para hacer y así no tener tanto tiempo para crearme problemas. ¿Segura que no sabés? Si- me dice. Y me besa. Está todo bien. (Si sólo entiendera que nadie más que ella puede salvarla).

jueves, 29 de marzo de 2012

AsdcsjdhuwlxnzjcANSAUDQBasmasAaijwiojAasdsdsfrkjreñrn.
Perfecta descripción de mi estado mental.

martes, 27 de marzo de 2012

Hoy me desperté pensando en él. Ayer me dormí pensando en él. Salí a la calle, y me acordé de la primera vez que volvimos juntos después de una noche de pasión. Caminé por las mismas cuadras que hacemos casi todos los días cuando nos encontramos. Vi las mismas cosas de siempre, pero faltaba algo.
Y así hoy, hoy descubrí que lo extraño.

martes, 6 de marzo de 2012

No sé.


Tal vez él tenga razón y tenga que prohibirme el no.

domingo, 26 de febrero de 2012

Puedo hablar y puedo callar.
Puedo contarte todo pero no decirte nada.
Puedo soñar sin dormir, puedo dormir hasta no soñar más.
Puedo amarte hasta morir, puedo vivir amándote.
Pero nunca voy a poder mirarte a los ojos.
(Mirá si me llego a encontrar)

viernes, 24 de febrero de 2012

Leo a Nietzsche y me dice que no hay peor crueldad que compartir el dolor propio, que no hay nada más injusto que hacer partícipe a los demás de los sufrimientos que nos acorralan. Lo reelo y lo entiendo. Comprendo lo que quiere decir. E incluso a veces, estoy de acuerdo. Pero luego me pregunto; ¿No es más egoísta aún creer que uno puede solo contra el mundo? ¿Qué uno mismo es capaz de luchar contra todos los fantasmas y camilidades que nos van persiguiendo, que nos van destruyendo, que nos vas sacando las ganas de vivir? Por qué no podemos aceptar que alguien quiera compartir nuestro dolor. Por qué es tan díficil entender que alguna persona elije eso, toma esa desición. (¿Habrá alguien que quiera eso?) ¿No es incluso más terrible creer que la vida se vive en soledad y que no se necesita del otro para sobrevivir?
No puedo entender que es lo que pienso ni lo que siento.
No puedo entender por qué me siento tan sola.

lunes, 20 de febrero de 2012

Me da miedo mirar hacia atrás
y descubrir que lo que soy
o en lo que me estoy transformando
nada tiene que ver con lo que alguna vez había soñado.

Siento temor de mirar para adelante
echarle un vistazo a lo que vendrá
y tener la certeza de que podría haberlo hecho mejor.

Me cuesta aceptar que hoy
nadie más que yo
puede vencer esos fantasmas
y volver a empezar.

(Intentando no vuelvo a caer)


miércoles, 15 de febrero de 2012

Quizás mañana, las luces del alba me inviten a jugar de nuevo.
Mientras tanto...

lunes, 13 de febrero de 2012

Espero que comprendas que los silencios que hoy nos envuelven hablan con cada uno de mis latidos.

domingo, 12 de febrero de 2012

La historia de mi vida.

Nací una mañana de verano.
Desde ese día hasta los diez años todo es demasiado confuso.
A los doce conocí la libertad.
Experimenté, reí, lloré, viví. (Incluso fui feliz)
Pero luego, entendí que no todas las personas están en este mundo para hacernos bien.
Y esas personas terminaron llevándose una parte de mí.
A los quince renací.
Conocí a las mejores personas que alguien alguna vez haya tenido el privilegio de conocer.
Creí que todo iba bien, y me olvidé de lo que había aprendido. (No siempre es bueno confiar en la especie humana)
Me sacaron lo poco que me quedaba.
Y ahora tengo que estudiar Trabajo Social para intentar sellar los agujeros de mi alma.

lunes, 6 de febrero de 2012

Es cómo intentar meter al diablo en un frasco.

Bichos. Monstruos. Alimañas. Engendros diabólicos. Cualquier definición les queda bien. Adentro mío. No, no estoy enferma. No es algo que se solucione con un medicamento, ni siquiera con esos que recetan los decentes psiquiatras. Están mas allá de eso, en las profundidades quizás. Atacan cuando menos te lo esperás o cuando estás esperando que pase alguna otra cosa. Parece ser que poseen un gran sentido del olfato. Cómo actuan, cómo viven, cuál es su objetivo en este mundo, todavía está en análisis. Sospecho que la pared que existe entre los malditos seres y yo también la fabricaron ellos. O tal vez eso es lo que quiero creer. Lo drástico de la situación es que hoy por hoy, sin ellos no soy nadie. Me acostumbré tanto a su presencia, a la desgraciada manía de necesitarlos que si lograra vencerlos, no podría reconocer mi alma. Mejor dicho, no podría reconocerme a mí en ella. Porque son la excusa perfecta, los principales titiriteros de mis actos. Detrás de ellos voy yo con toda mi fe, mi amor, mi esperanza e incluso mi religión. Son ellos los que atascan las palabras en mi garganta cuando estoy a punto de alcanzar la tan ansiada libertad. Los que ahogan mis gritos de angustia cuando la desazón supera a la realidad. Los mismos que me alejan de todo y de todos, convenciéndome de que así voy a estar mejor. A veces me descubro a mi misma preguntándome por qué no los callo, por qué de una vez por todas no los echo de mi ser. Pero al instante, mis pensamientos se dan vuelta y olvido lo que estaba diciendo. Sospecho también, que mi amnesia no es casual y si otro de sus macabros juegos. Juegan conmigo y me obligan a jugar. Un juego un tanto perverso dónde nadie se divierte. A menos que ellos disfruten de verme rodar en mi propia miseria (la que ellos mismos crearon). Por eso cuándo me preguntan por qué, por qué sos así, no se que responderles. ¿Cómo les explico esto sin que piensen que me falta un tornillo? ¿Quién me dijo que van a pensar eso? Ellos, por supuesto. A veces me sorprende la ingenuidad de mi razonamiento. Ellos me necesitan a mí para sobrevivir, no es fácil encontrar un cuerpo muerto que todavía respire -y ni hablar si algunos días vive-. Y por eso nunca me van a dejar en paz. Aprendé a mirarte a través de los ojos del otro, me dijo alguien alguna vez. Lo intenté pero no funcionó. Los fantasmas volvieron a aparecer, no me dejaron salir. Probé conformarme con espiar, pero se me nublaron los sentidos antes de que alcanzara a distinguir algo. ¡Estoy atrapada en mi propio cuerpo! ¿Y esa música de dónde salió? No, no, no. Son ellos otra vez. Te quieren persuadir, te quieren lastimar, te quieren volver a perder. No los dejes, vos podés.

sábado, 4 de febrero de 2012

Hay personas que aman mucho, pero mal.
Y hay otros que aman poco, pero mejor.
Aún no distingo qué es peor.

Percepciones desviadas.

Pero vos si que podés- me dice al oído, con claras intenciones de persuasión.
No lo mires, no lo mires, no lo mires- pienso yo por adentro. Y no lo miro.
No entiende lo que pasa. Nunca lo entendió y por eso estamos hoy acá, así como estamos. ¿Si estamos bien? Claro que estamos bien. Dos personas que se quieren, que se llevan bien y saben a la perfección cuáles son los temas a evitar. ¿Qué puede salir mal?
Lo voy a intentar- le respondo con desgano. Desvío aún más la mirada con la certeza de que mis pensamientos siguen ocultos entre los recovecos de la mente, guardados y sellados en los cofres de la memoria selectiva. Últimamente ando olvidando las reglas del juego.
Prometemelo.
No le puedo mentir. No le puedo decir que no. Crisis. Oh Dios si existís, salvame. Sacame de acá. No me dejes otra vez a la deriva.
Te lo prometo.
¿Qué? Yo no fui la que dijo eso. Pero si es tu voz. No, no puede ser. No prometas cosas que no vas a cumplir. ¿Quién está dentro mío? ¿Quién sos? ¿Qué querés? No vuelvas a hacerme eso. No puedo andar cargando con los dramas de mi inconciente. Apenas puedo con lo que intento plasmar entre palabras.
Gracias- dice y sonríe.
Sonríe. Cómo me gusta su sonrisa. Y yo que pretendo hacer como si no pasara nada.
No me sonrías así, me vas a terminar matando.
Pero él ya se durmió y mi repentina y sincera declaración se pierde entre los humos de la madrugada.


jueves, 2 de febrero de 2012

Introspección.

¿Qué es lo que pasa? ¿A qué le tenés tanto miedo?
No tengo miedo.
¿Y entonces por qué estás así?
¿Así cómo?
Así, triste.
No estoy triste.
Si lo estás. Lo noto en el brillo de tus ojos.
Bueno, quizás un poco. Pero no es nada alarmante, ya se me va a pasar.
¿Por qué tenés miedo?
No sé.
Si lo sabés, pero no me lo querés decir.
¿Para qué querés que te lo diga? Nada de lo que me digas va a cambiar la situación.
¿Y vos que sabés?
¿Podés jurarme que él me quiere como antes?
Si te digo que sí, ¿va a estar todo bien?
No.
¿Por qué no?
Porque no puedo entender como alguien puede amarme.
...
¿Ves? No me pudiste decir nada. Ni vos ni yo lo vamos a entender jamás. Y por eso vamos a vivir con este miedo siempre, con la terrible consternación de sentir que la persona que amamos en cualquier momento se va a alejar. Nos va a dejar. Vos deberías saberlo, ya lo viviste varias veces. ¿No estás un poco cansado ya?
A veces si, tengo que admitirlo. Pero sin embargo sigo acá. Algunas tardes siento que simplemente la muerte me está evitando para reírse de mi un rato, pero después...
¿Después qué? ¿Después de qué? No me vengas con esa parafernalia. Luego, enseguida, posteriormente... ¿Querés algún otro sinónimo? Me gustan los diccionarios.
No te enojes, yo no tengo la culpa.
Si la tenés. No fue tu elección por supuesto, pero si vos no existieras yo sería feliz.
¿Feliz? No me digas que te resignaste al punto de pensar que es más fácil no sentir.
¡Pues claro que es más fácil! No necesitás de la mirada del otro para sobrevivir.
No la necesitás. Nunca la necesitaste. Podés seguir sintiendo tranquila.
Otros podrán, yo no.
Eso es lo que vos crees.
Con eso me alcanza.
Eso es lo que vos crees. Lo único malo que hiciste fue crear dos varas para medir el mundo que te rodea. Una para vos y una para el resto de la humanidad. Eso no sería un problema, si no fuese porque esas varas no son iguales. La de los demás es mucho más corta, más fácil de llenar, en cambio la tuya es infinita. Entonces, mientras los otros superan todas las expectativas, alcanzan la majestuosidad y te superan, vos te quedas abajo, callada y mirando hacia arriba, haciéndote cada vez más y más pequeña. Y esa es la razón por la que sentís que no merecés ser amada. ¿Me equivoco?
No empieces con tu psicoanálisis. Me tenés harta. No sé por qué te hablo, creo que ni siquiera existís.
¿Crees?
No. Estoy segura. No existís.
Bien por vos entonces. Me gusta que defiendas algo que surgió de vos. Pero algún día vas a tener que perdonarme.
No hay nada que perdonar y si lo hay, entonces te perdono. Ahora, ya te podés callar.
No, no entendés. Algún día vas a tener que perdonarte.

(Debería dejar de conversar con las sombras)




Ayeres y mañanas.

No, no, no. No te alejes.
No esta vez.
No vuelvas a perder la oportunidad de sentirte viva.
Gritá, saltá o incluso corré si es necesario.
Pero que no te quiten las ganas de seguir adelante.
No te encierres mujer, sabés que no naciste para esto.
¿Qué decís? ¿Qué esperás? ¿Qué alguien te mire, te escuche, te lea y después te consuele? Resignate de una vez por todas. Eso no va a pasar.
Vos te lo buscaste.

miércoles, 1 de febrero de 2012

No subestimes a un adolescente.

Esa mañana se despertó sobresaltado. La tenue luz del sol entraba por el gran ventanal que daba al parque de atrás y alumbraba cálidamente toda la habitación. Intentó dormir un rato más pero todo esfuerzo por volver al mundo de los sueños resultó ser en vano; al parecer su organismo ya había descansado lo suficiente. Se quedó en la cama hasta que su estómago empezó a rugir. No tenía ganas de despertarse, hubiera preferido dormir todo el resto de la eternidad. Pero pasaron algunas horas y muy lentamente -como si las agujas del reloj giraran en cámara lenta- se levantó, lavó su cara y fue hasta la cocina donde se encontraba desayunando el resto de su familia. No se molestó en saludar, ellos no notaron la diferencia. Últimamente nadie se percataba de su existencia. Tenía la sensación de que el mundo se había acostumbrado al hecho de que él no formara parte de la realidad. Y aunque se había hecho un experto en el arte de disimular, el peso de la indiferencia ya había hecho estragos en su alma. Se sirvió el desayuno y se sentó en la pequeña mesa de madera antigua junto a su padre. Éste levantó la vista hacia su hijo sin decir una palabra, lo miró fijamente durante unos escasos segundos y luego desvió la mirada al gran televisor a color que mostraba un atraco o quizás hasta algún asesinato ocurrido en una ciudad desconocida. Rápidamente terminó su plato de cereal y se dispuso a mirar por la ventana. Era un típico día de primavera. El sol hacía brillar cada hoja del gran peral que su abuelo había plantado en ese mismo patio muchísimos años atrás. Sintió una angustiante nostalgia por sus años de infancia. Extrañaba sus tardes recostado bajo aquel árbol, disfrutando junto a toda su querida familia, los días soleados y los no tanto. Más recordaba esos momentos, mas odio surgía en su interior.
Pese a su corta vida, hacía años que no se sentía feliz. Podía afirmarlo porque en algún momento lo había sido y deseaba desesperadamente volver a sentirse así. La etapa de la vida que le tocaba vivir no ayudaba a calmar su desengaño. Era un adolescente más, tan común y corriente como todos los demás. Sufría del desagradable acné juvenil que no dejaba entrever sus hermosas facciones. Y en su interior, las emociones y sentimientos aparecían y desaparecían como las sombras en una noche de tormenta. Estaba seguro de que por alguna extraña razón que jamás llegaría a entender, su corazón latía cada vez con menos fuerza a medida que pasaban los días. Su cabeza era un remolino de pensamientos, tan confusos y complicados que nunca podía terminar de entenderlos. Y por lo tanto, tampoco podía entenderse a él mismo ni a todo lo que lo rodeaba. Tal vez era eso lo que lo agobiaba tanto; el hecho de no saber quién era, quien había sido o quien quería ser le carcomía las entrañas. “Son cosas de la edad” le habían dicho todos y cada uno de sus familiares y amigos. Son cosas de la edad, se repetía él en voz baja deseando que así fuera.
No existía signo alguno que ameritara que ese día fuera recordado en el porvenir de los años. Era un día como tantos otros. Un día que no demostraba lo que el destino o dios tenía preparado. No había nada que le diera al vertiginoso mundo exterior una pista de lo que estaba a punto de suceder. Y como era un día normal, él salió a pasear por el bosque, como todos los días comunes que le habían antecedido. Caminó por la senda que recorría desde que tenía memoria. En ella había aprendido a caminar y a andar en bicicleta. Había conocido el dolor y la alegría; el orgullo y la decepción; el amor y el odio. Pero esta vez era distinto. Esa senda, ese día, tenía otro significado. Era el camino que finalizaba en la felicidad eterna. Por fin, todo comenzaría otra vez. Anduvo despacio. No tenía prisa por llegar a destino y mucho menos por volver. No existía el tiempo para él. Pronto no existiría nada más.
Llegó al lugar indicado. Aquel lago que lo había refrescado tantas veces durante toda su vida pasada. En ese entonces el agua era fresca y cristalina: pasados algunos años esos calificativos ya no concordaban con las cualidades del líquido que había tomado un color verdoso y una consistencia desagradable. Se sentó en la orilla y se quedó observando durante un largo rato el paisaje que lo rodeaba. Aunque no era nada espectacular, él lo veía hermoso. Los árboles, el césped, las plantas, toda la gama de verdes que se reflejaba en el imponente cielo celeste. Siempre había tenido la facultad de ver las cosas de otra manera, rescatando cada detalle y transformándolo en una simple pero hermosa obra de arte. Pero eso no alcanzaba. Al menos a él no le alcanzaba. Se quitó las zapatillas y las dejó a un lado. Se lanzó al agua y disfrutó de la refrescante sensación del líquido recorriendo cada centímetro de su cuerpo. Nadó un largo rato. Cerró los ojos y flotó en la la leve corriente del lago. Y luego, para acabar con su miserable existencia, se hundió en las profundidades de la laguna.
El mundo se detuvo un instante, y en esa milésima de segundo la vida y la muerte se encontraron en la frontera que divide el mundo de los vivos con el de los que no respiran. Y en ese instante, vio pasar frente a sí, todas las imágenes de su vida como una película proyectada. Tuvo el impulso de luchar contra la inmensa oscuridad que lo aplastaba pero ya era tarde. Sus músculos se contrajeron y se relajaron por última vez. Su corazón dio el último latido. La mente se desconectó del cuerpo y dejó de funcionar. Su pesado cadáver descendió hasta el fondo de la laguna y encontró allí el lecho para su descanso eterno.
Son cosas de la edad, decían.