jueves, 3 de marzo de 2011

No vuelvas más, te lo pedí mil veces. En realidad, nunca te lo dije. Pero te lo escribí hasta el agotamiento.
¡No te vayas!, te grité una y otra vez. Y sin embargo te fuiste... tres veces.
Y ahora, que no te escribo, ni te hablo, ni te grito - y menos te suplico- aparecés de nuevo.
Otra vez.
Para hundirme en tu miseria.
Para degradarme hasta el cansancio.
Para humillarme de la peor manera, dejando mis sentimientos sueltos por ahí.
Para dejarme indefensa, frágil, ridícula (hacer de mi lo que quieras) y así alimentar tu ego.
Para matarme de a poco, y desde adentro.
Para romper un par de promesas más (que se unen a tu colección).
Para vivir en un mundo paralelo, una realidad aparte, en la que yo existo pero no soy parte.
Para decirme las cosas que ya sé; esas cosas que vos también sabés pero no querés enfrentar.
Para amarme a tu manera (mi manera de hacerlo no debe importar).
Para (en un tiempo) abandonarme, y asi no perder la costumbre.


Para hacerme feliz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario