martes, 23 de abril de 2013

Anoche me dijiste que no te ibas a ir nunca más. 
Y hoy cuando me desperté, las sábanas frías me despojaron del letargo. 
¿Acaso disfrutás verme sufrir? 
La desfachatez con que tus palabras se escapan de tus labios, recorre mi cuerpo como un veneno ardiente que empapa mi sed de dolor. Y la bronca se apodera de mi, y el mundo se vuelve un sin sentido. 

Y tu mirada quema, tus caricias arden, tus besos duelen. 



Alguna vez voy a dejar de escribir como si aun estuvieras acá, te lo prometo.


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