Porque todavía tenemos que pedir por favor, perdón y gracias
como si todavía y demasiado firme
nuestra existencia dependiera pura y exclusivamente de un otro
con o
bien varón, macho, fuerte, guerrero y atroz.
Porque muchas (demasiadas) de nuestras vidas
han sido marcadas por fuego, con o,
fuego que desgarra, quema, tortura y mutila.
Fuego de varones
juego de muchos
como siempre
como todo.
Porque, aún,
nuestras lágrimas brotan de la injusticia, de la angustia
de la soledad y de la desolación.
De una humillación que nos impusieron
sólo por ser lo que no debíamos ser.
Porque te das cuenta que somos bastantes
muchas... demasiadas
las olvidadas, negadas, invisibilizadas
atormentadas y arrojadas
al mar de lo escrito
con sangre de mujeres
de las de hoy
de las que vinieron antes
y de las que vendrán después.
Porque, aún y pese a todo,
la vida (nos) guarda rincones
llenos de charlas, abrazos, luchas, sueños y utopías
de las que llevamos otro mundo en nuestros corazones
y elegimos compartirnos,(re)encontrarnos y permitirnos
sentir-nos
desear-nos
hacer-nos
cada día más libres.
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