martes, 9 de julio de 2013

Hace exactamente dos años que te conocí. Yo estaba preparando un viaje al norte y vos estabas anhelando poder partir a tu lugar sagrado. Yo andaba buscándome, vos -creo- encontrándote. Yo te preguntaba cosas banales y superficiales, te contaba anécdotas de mi vida que seguro no te importaban y hablara rápido mientras gesticulaba con las manos, como siempre. Y vos me respondías, tierna, dulce y pausadamente, como siempre. Me sonreías y me dabas charla, juntos evitábamos los silencios incómodos. 
Hace exactamente dos años que te conocí. Y hoy, imagino cómo sería todo si aun estuvieras acá. Supongo que reviviríamos ese primer encuentro (otra vez). Hablaríamos de los aros que usabas y la ropa que vestías. Nos sorprenderíamos nuevamente de cuan simpática resulté ser, teniendo en cuenta que luego descubrimos que no es una de mis cualidades. Volveríamos a reírnos de lo que fuimos; de lo que charlábamos, de lo que pensábamos. Nos volveríamos a maravillar de las vueltas de la vida, y de cómo se fue dando todo, tan perfectamente imperfecto. 
Hace exactamente dos años que te conocí y todavía me acuerdo como si hubiera sido ayer. Me acuerdo de tu sonrisa hermosa y me agarra un no se qué en la boca del estómago, un nudo en al garganta y mi pecho se cierra; se apretuja contra mi corazón para que no le duela tanto. Recuerdo especialmente como me saludaste cuando te fuiste: te acercaste, me diste un beso cordial, me sonreíste y me frotaste la espalda con una mano. Un gesto sincero que te vi repetir con la mayoría de quienes se cruzaban en tu camino.
Hace exactamente dos años que te conocí y aun no puedo creer que ya no estés acá. Fuiste todo lo que buscaba. Y más. 
Hace exactamente dos años que te conocí y hoy, aunque la historia deba contarse en pasado, uso el presente para decir que te extraño. 

Ese día hacía frío pero no importaba. 
Hoy hace frío también. Y duele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario