Nací una mañana de verano.
Desde ese día hasta los diez años todo es demasiado confuso.
A los doce conocí la libertad.
Experimenté, reí, lloré, viví. (Incluso fui feliz)
Pero luego, entendí que no todas las personas están en este mundo para hacernos bien.
Y esas personas terminaron llevándose una parte de mí.
A los quince renací.
Conocí a las mejores personas que alguien alguna vez haya tenido el privilegio de conocer.
Creí que todo iba bien, y me olvidé de lo que había aprendido. (No siempre es bueno confiar en la especie humana)
Me sacaron lo poco que me quedaba.
Y ahora tengo que estudiar Trabajo Social para intentar sellar los agujeros de mi alma.
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